Vender un despacho profesional con ingresos no declarados: riesgos, precio y recomendaciones
La compraventa de despachos profesionales —ya sean de abogados, consultores, arquitectos o similares— suele implicar una valoración que tiene en cuenta tanto los activos tangibles (equipamiento, instalaciones, mobiliario) como los intangibles (cartera de clientes, reputación, know-how y equipo humano). Sin embargo, en la práctica, en muchos pequeños despachos existe un factor delicado: parte de los ingresos no se han declarado oficialmente.
Esto plantea problemas significativos tanto para el comprador como para el vendedor. Veamos los principales puntos de reflexión.
Riesgos fiscales y legales
- Para el vendedor: Si en el proceso de transmisión o en una inspección posterior se descubre la existencia de ingresos ocultos, el vendedor podría enfrentarse a sanciones tributarias, recargos e incluso responsabilidades penales si las cantidades son elevadas.
- Para el comprador: Aunque no sea responsable directo de las irregularidades pasadas, puede sufrir consecuencias indirectas. La Agencia Tributaria puede revisar operaciones de ejercicios anteriores y, si el despacho se transmite con continuidad (misma marca, misma clientela, mismos contratos), el comprador podría quedar vinculado a contingencias fiscales no previstas.
Impacto en el precio de compraventa
Cuando existen ingresos no declarados, surgen tensiones en la valoración:
- El vendedor suele querer reflejar el «negocio real» y justificar un precio mayor apoyándose en la facturación oculta que, aunque no esté en la contabilidad, genera beneficios.
- El comprador, en cambio, tiene un riesgo doble:
- No puede demostrar ante un banco o inversor esos ingresos «sumergidos».
- Corre el riesgo de que el valor pagado no se corresponda con lo que podrá declarar oficialmente en adelante.
En la práctica, la falta de respaldo documental hace que el precio tienda a ajustarse a la facturación oficial, y lo «no declarado» muchas veces no se remunera o solo se reconoce parcialmente mediante acuerdos informales.
Cómo regularlo correctamente
Dado que la situación es delicada, algunos consejos prácticos:
- Normalización previa a la venta:
El vendedor debería, en la medida de lo posible, regularizar su facturación antes de poner el despacho en el mercado. Aunque suponga tributar más en los últimos ejercicios, permitirá justificar un valor real y dará mayor confianza al comprador.
- Auditoría o due diligence:
El comprador debería exigir una revisión de la contabilidad y, si se comentan ingresos no declarados, reflejarlo como un riesgo que ajusta el precio.
- Cláusulas contractuales de protección:
Incluir en el contrato de compraventa:
Declaraciones y garantías del vendedor sobre la veracidad de la información financiera.
Posibles mecanismos de ajuste de precio o indemnización en caso de contingencias fiscales detectadas tras la operación.
- Transparencia y negociación:
En ocasiones, ambas partes acuerdan un «precio dual»: una parte basada en lo declarado y otra, más discrecional, que reconoce los ingresos extra. Sin embargo, este tipo de acuerdos son frágiles y, además, pueden tener consecuencias legales. La única vía sólida es formalizar y declarar correctamente los ingresos antes o durante la operación.
Reflexión final
La compraventa de un despacho profesional no debería convertirse en una negociación sobre economía sumergida. Para el vendedor, la regularización previa es una inversión que permite obtener un mejor precio y evitar problemas futuros. Para el comprador, desconfiar de cifras que no están respaldadas documentalmente es un principio básico de prudencia.
En definitiva, la transparencia fiscal no solo reduce riesgos, sino que aumenta el valor real y defendible del despacho, facilitando la financiación, la continuidad y la seguridad jurídica de la operación.
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