La reciente adquisición de la plataforma legal vLex por parte del gigante canadiense Clio por 1.000 millones de dólares (unos 850 millones de euros) supone mucho más que una operación empresarial de alto valor: representa un verdadero punto de inflexión en el mercado global de tecnología jurídica y un desafío directo a los grandes actores del sector editorial tradicional.
De unicornio español a referente global
Fundada en el año 2000 en Barcelona por los hermanos Lluís y Ángel Faus, vLex nació con el objetivo de facilitar el acceso a información jurídica global. Hoy presta servicio a más de dos millones de usuarios en más de 100 países, incluyendo a grandes firmas y entidades académicas como Deloitte Legal, Harvard Law School, el CGN o el ICAM.
Su evolución ha sido vertiginosa: desde su expansión a América Latina en 2005, hasta su consolidación en el mercado anglosajón tras adquirir Fastcase en EE. UU., pasando por el desarrollo de herramientas propias basadas en inteligencia artificial como Vicent IA. Esta visión tecnológica fue clave para atraer en 2022 al fondo Oakley Capital, que invirtió 70 millones de euros y apoyó su salto definitivo al mercado internacional.
Una amenaza directa para los grandes del sector editorial
La compra por parte de Clio —firma especializada en soluciones de gestión para despachos— no solo refuerza el músculo financiero y tecnológico de vLex, sino que también reconfigura el mapa competitivo del sector editorial jurídico, históricamente liderado por compañías como Wolters Kluwer, Lefebvre (Grupo Éditions Lefebvre Sarrut) o Thomson Reuters.
Mientras estos grupos han centrado su modelo en bases de datos jurídicas, libros profesionales y software vinculado a la normativa local, vLex ha apostado por una plataforma global, integrada y abierta a la conectividad con sistemas externos como OneDrive o Sharepoint, y orientada desde hace años a la IA generativa.
La diferencia de enfoque es significativa. Clio y vLex no solo ofrecen contenidos legales, sino que los convierten en herramientas accionables para el abogado: desde sugerencias automatizadas, hasta análisis predictivos o integración con flujos de trabajo. Es decir, no compiten solo por la suscripción, sino por ser la base operativa del despacho moderno.
¿Pueden responder los editores jurídicos tradicionales?
Tanto Wolters Kluwer como Lefebvre han dado pasos en la digitalización de sus contenidos, y han comenzado a desarrollar herramientas de IA jurídica. Sin embargo, su evolución ha sido más cautelosa, limitada por estructuras más rígidas y portfolios centrados en el mercado nacional. La compra de vLex por Clio los obliga a acelerar la transición de su modelo editorial a un enfoque de legaltech global.
El reto es doble: tecnológico y estratégico. No basta con incorporar inteligencia artificial: hay que integrarla en ecosistemas jurídicos complejos, acompañar al usuario profesional en la transición y mantener la fiabilidad de los contenidos. Además, plataformas como vLex, nacidas desde la tecnología y no desde el papel, cuentan con una agilidad estructural difícil de replicar.
¿Y los despachos profesionales? Una reflexión imprescindible
Para el sector de los despachos profesionales, esta operación lanza varios mensajes claros:
- La tecnología jurídica no es el futuro, es el presente. La integración de contenidos legales con herramientas de gestión, IA y automatización marcará la diferencia entre despachos eficientes y obsoletos.
- Las alianzas tecnológicas son clave. La unión entre Clio y vLex muestra que el mercado premia la colaboración entre plataformas especializadas. Los despachos, incluso los más pequeños, deben replantearse con qué soluciones trabajan y qué ecosistemas pueden escalar su productividad.
- El cliente espera más. Plataformas como vLex ya no solo dan acceso a información, sino que permiten mejorar la calidad del asesoramiento. El cliente valora rapidez, personalización y precisión, y eso solo se consigue con herramientas bien integradas.
En definitiva, la compra de vLex marca el comienzo de una nueva era: la del despacho conectado, inteligente y centrado en el valor añadido. El riesgo no es que la IA sustituya al profesional, sino que lo desplace quien sepa utilizarla mejor.
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