En un entorno profesional cada vez más competitivo, digitalizado y exigente, las firmas de abogados y asesorías se enfrentan al reto de crecer, innovar y diferenciarse sin comprometer su independencia ni asumir riesgos desproporcionados. En este contexto, una figura poco explorada pero con gran potencial empieza a asomar como una vía estratégica: la joint venture.
¿Qué es una Joint Venture y por qué puede interesar a una firma profesional?
Una joint venture es una alianza entre dos o más empresas que deciden colaborar en un proyecto común, compartiendo recursos, conocimientos, riesgos y beneficios. A diferencia de una fusión, cada parte mantiene su identidad jurídica, pero se compromete a trabajar conjuntamente bajo un marco contractual o societario.
Aunque esta figura ha sido tradicionalmente más común en sectores industriales o tecnológicos, el sector legal y de asesorías empieza a mostrar señales de madurez para explorar este tipo de estructuras, especialmente en proyectos que requieren:
- Alta inversión tecnológica (como plataformas de IA jurídica, automatización documental o ciberseguridad).
- Desarrollo de nuevos servicios especializados (compliance, ESG, fiscalidad internacional, legaltech).
- Acceso a nuevos mercados o regiones.
- Participación en licitaciones o proyectos de gran envergadura.
Ventajas para firmas legales y asesorías
- Escalar sin perder independencia: permite sumar capacidades sin renunciar a la identidad de cada firma.
- Compartir inversión y riesgo: ideal para proyectos de innovación tecnológica o expansión internacional.
- Aumentar visibilidad y reputación: una joint venture bien diseñada puede posicionar a las firmas participantes como referentes en su especialidad.
- Acceder a talento y know-how complementario: combinar equipos con diferentes especializaciones (fiscal, laboral, mercantil, tecnológico) multiplica el valor añadido para el cliente.
¿Cómo estructurar una Joint Venture en el sector?
- Definir el objetivo común: ¿Desarrollar una plataforma de IA para automatizar procesos? ¿Crear una marca conjunta para licitaciones internacionales? ¿Abrir una oficina compartida en otro país?
- Elegir al socio adecuado: más allá de la reputación, es clave alinear valores, cultura de trabajo y visión estratégica. La confianza y la transparencia son esenciales.
- Elegir la forma jurídica adecuada:
- Contractual: colaboración mediante un acuerdo sin crear una nueva sociedad. Ideal para proyectos acotados en el tiempo.
- Societaria: creación de una nueva entidad jurídica compartida. Requiere mayor formalidad, pero ofrece estabilidad y proyección.
- Redactar un acuerdo claro y completo: debe incluir aportaciones, gobernanza, reparto de beneficios, resolución de conflictos y mecanismos de salida.
- Diseñar una estructura de gestión eficiente: definir roles, procesos de toma de decisiones y sistemas de control operativo.
Alternativas a considerar
Antes de lanzarse a una joint venture, las firmas pueden explorar otras fórmulas de colaboración:
- Alianzas estratégicas: cooperación puntual en áreas como marketing, formación o desarrollo de negocio.
- Consorcios profesionales: unión temporal para participar en proyectos o licitaciones específicas.
- Acuerdos de distribución o licencia: compartir herramientas tecnológicas, metodologías o contenidos bajo licencia.
¿Está preparado el sector?
Aunque las joint ventures aún son poco frecuentes en el ámbito legal, el contexto actual invita a repensar los modelos de colaboración. La presión por innovar, la necesidad de invertir en tecnología (IA, automatización, ciberseguridad), y la creciente complejidad normativa y competitiva hacen que sumar fuerzas sea más una necesidad que una opción.
Los despachos que se atrevan a explorar este camino con visión estratégica, rigor jurídico y apertura cultural, podrán posicionarse como pioneros en un nuevo modelo de crecimiento colaborativo. Porque en el futuro de las asesorías, la inteligencia colectiva será tan valiosa como la individual.
Para saber más: https://www.amadocorporate.com/puede-un-despacho-cotizar-en-bolsa/




